El suelo estructural de gravas emerge como una solución fundamental en el diseño de pavimentos que buscan equilibrar la estabilidad requerida para soportar cargas con la salud y desarrollo de las raíces de los árboles. Este tipo de suelo, compuesto por una cuidada mezcla de grava granítica y tierra vegetal, se caracteriza por su capacidad para prevenir el levantamiento de calles y aceras causado por las raíces. A continuación, exploramos las características y beneficios destacados del suelo estructural:

El suelo estructural de gravas se compone principalmente de grava granítica de aristas vivas, representando el 70-80% del material. La tierra vegetal constituye el 20-30%, con un contenido de materia orgánica entre el 2-5%.

La presencia de grava granítica confiere al suelo una estabilidad esencial para pavimentos, asegurando una base compactada y resistente.

A pesar de su firmeza, el suelo estructural proporciona un entorno adecuado para el crecimiento saludable de las raíces de los árboles, permitiendo que se expandan de manera controlada.

La combinación equilibrada de materiales evita que las raíces de los árboles levanten las calles y aceras, ofreciendo una solución efectiva para mantener la integridad de las superficies pavimentadas.

El contenido de materia orgánica en la tierra vegetal se mantiene en niveles específicos (2-5%) para evitar problemas asociados con la descomposición excesiva y el asentamiento del suelo.

El suelo estructural se presenta como una herramienta esencial en el diseño urbano. Esto brinda la posibilidad de crear pavimentos duraderos y resistentes mientras se fomenta el crecimiento saludable de los árboles. Su capacidad para prevenir problemas asociados con las raíces demuestra ser una solución integral para entornos urbanos arbolados.